domingo, 28 de agosto de 2011

EL ESTE DE LA EUROPA DEL ESTE

El vigilante de la balsa de betún llevaba ropa y gorra militar de camuflaje y estaba muy, pero que muy borracho. Probablemente ustedes habrán recibido algún correo electrónico con videos de alguien muy colocado, haciendo tonterías en alguna lejana fábrica ya en desuso allá por los confines de Rusia. Aquí la situación era igual.

Le dije al director de la compañía que tuviera cuidado porque aquél hombre podía caerse y ahogarse dentro del betún asfáltico que se mantenía líquido con un sistema de calentamiento. En un país sin reglas, la seguridad y salud no va a ser de las primeras en llegar.

De la conversación en la comida posterior en un buen restaurante típico (pescado comido con las manos, hice el idiota pidiendo cuchillo cuando ni hacían falta los tenedores que nos habían repartido) pude descifrar que el salario mensual de aquel hombre eran mil leis moldavos o lo que es el equivalente al cambio de 60 euros.



Esto es Moldavia, el país más pobre de Europa. Para que se hagan una idea, el PIB per cápita anual es de 1.950 euros por persona. En la siguiente república exsoviética, Georgia, es de 3.400 Euros. En los países no ex URSS tenemos a Bosnia-Herzegovina con unos 5.900 y dentro de la CEE Bulgaria es el más pobre con 8.900 euros anuales. En España estamos en los 22.400.

En la práctica y dejando de lado los números, si ven un niño al lado de una carretera Rumana o Búlgara, es posible que ese niño en Moldavia tenga menor edad todavía, no lleve camisa y vaya descalzo además.

Cuando aterricé en Chisinau por primera vez hace unas tres semanas, vi que en la pista crecía la hierba y que en los servicios del aeropuerto había cucarachas. Al volver al hotel de mi primer paseo por la capital, tras ver muchos edificios comunistas a base de prefabricados con las juntas sin encalar y bonitas casas antiguas abandonadas por falta de dinero para rehabilitarlas, sentí que me picaba todo el cuerpo y la cabeza.

Chisinau tiene muchos árboles, dicen que es la capital más verde de toda Europa. Los fines de semanas, los parques se llenan de parejas de recién casados haciéndose “books” de fotos. Hay muchísimas tiendas de vestidos de novia, agencias para filmar bodas y limusinas kilométricas.
Aparte de casarse hay otros negocios destacados como son las casas de cambio de moneda, las tiendas de telefonía móvil (una tras otra en la calle principal Stefan cel Mare) y las agencias para ayudar a emigrar a Estados Unidos, Canadá, etc…

Al abrir la cuenta en un banco me preguntaron qué hacía en Moldavia, que ellos en cuanto pudieran se iban. De otro modo, lo mismo me pasó hace un año cruzando la frontera entre Bulgaria y Rumanía. El oficial de aduanas, al leer que era de las Islas Canarias, me preguntó cómo demonios estaba allí y no en mi casa.

Cerca de la plaza del Parlamento hay un cartel inmenso de “Prison Break”, lo que no deja de ser bastante sintomático.

En servicios de los edificios oficiales te encuentras pilas de folios impresos por ambas caras a la espera de ser utilizados para secarse las manos. A eso se llama reciclar.
En las paradas de taxi te encuentras gente esperando para compartir.
Las casas suelen tener dos puertas una detrás de la otra.
Si buscas clases de baile, lo más probable es que te encuentres academias con especialidades como Go-Go, Lap-Dance y baile con barra.
Si buscas piscinas, el tipo clásico es de la época de la abuela de Lenin, con corcheas de las antiguas colgando de paredes sin azulejos y a medio llenar. En algunas te advierten de que no tienen agua caliente.He visto gente bañándose en los lagos, pero en un país sin mar ni depuradoras de aguas residuales, a ver quien se arriesga.
Las carreteras son muy malas, como en Rumanía y Bulgaria o incluso un poco peor. La Policía, pues lo mismo. Todavía no entiende que ellos deben estar al servicio del pueblo y no viceversa. Después de tres años por esta zona de Europa, nada nuevo que contar.

En los pueblos, rodeados de verdes praderas se ven muchas vacas, cabras y caballos. Parecerá un contrasentido pero en ningún otro sitio he visto unos animales con aspecto tan feliz y saludable.

Hoy 27 de agosto se celebra el 20 aniversario de la independencia de Moldavia de la Unión Soviética. Serán cinco días de fiesta (de viernes a miércoles) lo cual va a venir fatal para la economía. En el centro hay casi más policías y militares que ciudadanos, pero se entiende porque para estos la presencia es obligatoria. En un país es bilingüe, hay carteles en rumano que dicen “Ama tu idioma”: El alma es rumana pero la técnica es rusa.

También hay muchas banderas de la Unión Europea, que es la promesa política y esperanza de un futuro mejor.

Hace dos semanas me paró a la puerta del hotel un canal de la Televisión de Moldavia para hacerme una entrevista en que tenía que decir que me gustaba del país y la capital. Habiendo estado sólo tres días les dije que todo me parecía muy verde, que me gustaban los parques y que la gente era muy amigable. Que el vino era muy bueno y los dulces también.

No les dije lo mejor: Que este país solamente puede ir para adelante.

Dedicado mi amiga Natalia Frunze, quien primero me habló de Moldavia, y deseándole toda la suerte con el parto de su primer hijo.

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