domingo, 13 de junio de 2010

REFLEXIONES DE ARQUITECTURA EUROPEA DESDE EL "NIKOLA TESLA"

Belgrado, futura capital de la Península Balcánica.
Siempre he considerado los aeropuertos un sitio muy especial (más si llevan nombre de ingeniero, como también el “Henri Coanda” de Bucarest o el “Fiumicino-Da Vinci” de Roma). Son especiales porque son una puerta espacio-tiempo. No me refiero al eventual cambio de horario que acompaña al cambio de posición geográfico, sino a la transportación a una realidad diferente. Puedes viajar de un país que vive su momento de desarrollo 7o (España) a otro que vive en el momento 29 (Mauritania), de ahí a otros con 55 ó 57 (como pueden ser Bulgaria o Rumanía),etc… No sé si captan el trasfondo de la idea. Los organismos internacionales (FMI,OCDE,ONU) tienen multitud de indicadores para esta.
Los aeropuertos son los puntos límites de ese cambio de realidad que incluso puede empezar antes según el avión de la compañía en la que se vuele.

El ”Nikola Tesla” nos habla sin decir palabras.
-Edificio antiguo con muchas rehabilitaciones una sobre la otra, sin llegar a formar un conjunto armónico.
-Estructuras adyacentes hipermodernas que contrastan con las ya anteriores.
-Utilización comercial intensiva de cada metro cuadrado en un volúmen que no estaba diseñado inicialmente para ello.
-Convivencia de cadenas internacionales de tiendas (que venden “Pisamierdas” de Hugo Boss a 30000 Dinares Serbios o 300 Euros) y restaurantes en competencia con pequeños minoristas locales.
-Aviones militares desfasados que se oxidan cerca de la pista.
-Doble control de rayos X en la zona de salidas.
-Policías que te escudriñan intentando desvelar tus más íntimos secretos y de paso proyectar su poder (el “si yo no quiero, tu no pasas”, clásico entre clásicos de la herencia comunista)
-Las oficinas de Aeroflot todavía con la Hoz y el Martillo.
-Siempre los contrastes: El ejecutivo en traje de Gucci y la pareja de señores vistiendo tristes colores grises, aquella modelo con el “look” perfecto y la familia entera que arrastra su vida entera dentro de infinidad de maletas (son los que aplaudirán cuando el avión tome tierra), la envejecida tripulación y apolillados aviones (con asientos de tela) de JAT frente al joven personal y la moderna flota (con asientos de cuero) de Montenegro Air.

Allá fuera en Belgrado también convive todo junto. Elegantes edificios decimonónicos, la arquitectura brutalista (flaco favor hizo el comunismo al intentar emular el Modernismo de Le Corbusier y Mies van der Rohe) y los vanguardistas edificios de aluminio y cristal que comienzan a destacar desde el Bulevar Arsenija.
Bajo el asfalto está el adoquín y bajo el adoquín la calzada romana. Toda la historia, reciente y lejana, la encrucijada de civilizaciones, se concentra en el subconsciente popular.

Serbia (y algunos otros países de la ex Yugoslavia) comienzan a funcionar. Al contrario que en otras naciones en la actualidad, aquí se ve crecer la actividad. Se limpian de nieve las carreteras en invierno, se construyen viviendas, se hacen las obras públicas y todo ello sin estar bajo el amparo de la Unión Europea (cuántos países de dentro quisieran funcionar así).
No hace falta recordar la guerra entre el 1991 y 2001, primero con los croatas, después con los bosnios (nunca se debería olvidar Srebrenica) y finalmente con los Kosovares. Flaco favor hacen nuevamente las religiones, como ya apuntamos anteriormente en este blog.
Puede ser el carácter colectivo propio o que exista un sentimiento de culpa similar al de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial lo que les impulse a levantarse.
No le convendría a la Comunidad Económica Europea el obviar a estos países que, aunque en menor escala, puedan servir motor económico, ahora que el gigante germano amenaza con dejar de tirar del carro.

O puede que a estas alturas estos países se las arreglen mejor sin nosotros.

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